Ejemplos chilenos para sumarse al Pacto de los Plásticos

Lo de eliminar progresivamente el uso de bolsas plásticas fue quizás solo el primer impacto mediático para el público masivo. Pero lo cierto es que el compromiso de muchos actores de la industria del plástico por crear un nuevo modelo de economía circular que vaya en comunión con la conciencia de las consecuencias medioambientales de este elemento, está cada vez más consolidado en nuestro país.
Ya no se trata de un par de medidas de mitigación, sino que soluciones e iniciativas sustentables y concretas que dan una nueva mirada a uso de este producto con miras a las formas actuales de interactuar con el medio ambiente. En esa línea, el lanzamiento oficial hace algunas semanas de la hoja de ruta del denominado Pacto de los Plásticos es solo una piedra fundacional para emprender un camino que será de largo aliento. Sin embargo, ya existen muchas compañías y emprendimientos que ya tienen pasos avanzados en esta convicción.
Una de las más antiguas es Comberplast, empresa que existe hace más de 40 años y que desde hace dos décadas tomó la decisión de orientarse a la economía circular. Michel Compagnon, gerente comercial de la empresa recicladora, señala que “entendimos que el problema no es el plástico, sino cómo nos relacionamos con él. La mayor virtud que tiene este material es que no se biodegrada, que es eterno, y algo eterno está para ayudarte perpetuamente. Entonces, reusémoslo infinitas veces. No lo botemos. Con esta visión es la que trabajamos: limpiamos el mundo de plástico, usando el plástico como herramienta. Esto lo hacemos transformando los residuos plásticos en productos”.
El ejecutivo agrega que “durante el último período hemos visto avances por parte de las autoridades y de la gente, incluso con pequeños gestos. Sin embargo, creemos que aún falta para que los actores que realmente mueven la aguja se sumen de verdad. Cuando nosotros dijimos, hace varios años, que renunciaríamos a fabricar plásticos de un solo uso nos tildaron de locos. Hoy somos ejemplo a nivel mundial”.
Otra empresa que apunta a una mejor reutilización de los plásticos es EcoCarga, que se creó hace tres años pensando en promover el consumo responsable. Su oferta consiste en la venta de productos de limpieza a bajo costo, donde la primera vez se entrega un envase, el que luego de ser usado, se limpia y se reutiliza para una nueva carga del producto. Hoy ya están en ocho comunas del país con puntos de recarga y Jorge Aranda, gerente general de Mercado Circular, señala que “durante 2019, con 12 puntos de recarga, EcoCarga Chile ha ahorrado 13 toneladas de plásticos y más de 5 toneladas de CO2, lo que es equivalente a 85 mil botellas plásticas, solo por el hecho de que nuestros 25 mil usuarios reutilizan un mismo envase para cada producto”. Y agrega que, “es un hecho que los desechos plásticos de uso único son uno de los principales problemas que afectan al medio ambiente. Creemos firmemente que ofreciendo a los consumidores opciones reales de reutilización, todos podemos contribuir a disminuir su impacto”.
Una tercera visión al problema es la que tiene LUP, donde tres socios idearon en 2014 la forma de convertir el plástico en elementos de decoración. Rafael Salas, uno de los socios, señala que convirtieron ello en una empresa en 2017 “llevando los residuos plásticos de envases y packaging a un escenario donde su durabilidad como material se aprovecha de forma más positiva. En este caso, en el trabajo con artesanos y comunidades artesanales para la fabricación de objetos hechos a mano. En el fondo, el plástico se valoriza al ocuparse en un objeto de mayor valor por su proceso y por cómo se fabrica, pero también este nuevo objeto dura más tiempo, porque son objetos pensados para eso. Lo único negativo, por ahora, es que los volúmenes de plástico que procesamos aún no son tan significativos, pero estamos seguros de que vamos por un buen camino”.
Sobre su propuesta, Salas señala que, “desde el punto de vista del diseño, el plástico sí tiene un gran valor. Es muy económico y se puede hacer cualquier cosa. Hoy no tiene sentido hacer una tapa de plástico de una botella que la vamos a usar cinco minutos y luego no la vamos a ocupar más. Quizás cuando se inventó no estaba esa variable en juego. Pero ahí entra el diseño con opciones casi infinitas para darle usos que aprovechen todas sus ventajas y minimicen sus desventajas”.
Todos señalan que las medidas que se han tomado, tanto de la propia empresa privada, como de las instituciones relacionadas con esta industria, van por un buen camino y valoran el Pacto de los Plásticos hace poco acordado en Chile. Para contextualizar, el Pacto de los Plásticos (se puede descargar en este enlace), es un documento de 120 páginas que define 18 desafíos, 35 soluciones y 81 iniciativas concretas para ayudar a que los plásticos sean utilizados de manera adecuada por la industria, y ayudar a reducir su impacto en el medio ambiente.
Michel Compagnon ha sido parte activa del trabajo de este documento: “El Pacto de los Plásticos es un hito importantísimo, no sólo para Chile, sino que a nivel mundial. Somos el tercer país que tiene pacto y el primer país en desarrollo. Se trabajó durante casi un año con todos los actores: Gobierno, empresa privada, ONG´s, entre otros, y hace unos días se lanzó la hoja de ruta. Es un tremendo orgullo haber participado en esto y creo que va haber un antes y un después en el tema de residuos plásticos en nuestro país”.
En Ecocarga, señala Jorge Aranda, son parte del pacto y su propuesta de valor va en esa línea: “Buscamos generar un triple impacto. En lo social, entregando a las personas herramientas para cambiar sus hábitos de consumo y hacerlos más sostenibles, convirtiéndolos en reales agentes de cambio; en lo económico, al impactar toda la cadena de suministro, desde ofrecer productos de calidad con valores hasta 50% más baratos que en canales tradicionales para los consumidores, hasta el desarrollo tecnológico que nos permite eliminar envases desde la producción; y en lo sustentable, al ahorrar una gran cantidad de desechos plásticos”.
Rafael Salas agrega que, “el pacto es muy importante, pero también lo será que se vayan midiendo y analizando los resultados obtenidos para saber si efectivamente se avanza en el camino correcto. De todas maneras, es positivo, porque también visibiliza el tema y hace que se puedan empezar a formar alianzas entre distintos actores, se complementen soluciones ya existentes. Esto es como un ecosistema, donde se necesita llegar a una soluciones viables y reales respecto al plástico”.
Uno de los temas que genera dudas es si el público masivo, ya sea por costos o por resistencia al cambio, podrá adoptar esta nueva mirada frente al plástico, el medio ambiente y temas como el reciclaje y la sustentabilidad. Michel Compagnon señala que “modificar hábitos nunca es fácil, pero tenemos que dejar de ver el plástico como basura. Incluso, el producto de un solo uso, también es reciclable. Tenemos que aprender que aunque se trate de un producto de un solo uso, el material con que está fabricado siempre se puede reconvertir y volver a usar”.
Jorge Aranda también es optimista en cuanto a la concientización de la gente, pero dice que esto no es automático: “Creemos que hay que facilitar el proceso de cambio. En este sentido, EcoCarga es un modelo que fue pensado para promover un consumo responsable, ofreciendo productos de calidad a precios accesibles. Y además, promueve una compra consciente a través de la cual los consumidores pueden asumir cambios de hábitos que contribuyan a enfrentar el cambio climático sin complicaciones y sin pagar de más”.
En LUP, su trabajo está ligado a la gente, pero también a la sensibilidad de crear nuevos objetos a partir del desecho o el reciclaje. Rafael Salas dice: “La clave está en la reutilización del plástico y la innovación. Ya existe mucho plástico en el mundo y que, probablemente, estará muchos años en el planeta. Más que preocuparnos de dejar de utilizarlo o parar su producción, hagámonos cargo de lo que ya tenemos. Yo no creo que en Chile sea tan difícil cambiar esta dependencia de los plásticos de un solo uso, sino que la rapidez con que podemos hacerlo. Todavía hay gran parte de la población que no tiene recursos para acceder a otro tipo de soluciones, que aún son muy caras. Pero vamos por buen camino”.