Colillas, plumavit y aerosoles: así contribuye el emprendimiento al reciclaje de los residuos invisibles

“Cuando nos pusimos a estudiar sobre el impacto de colillas de cigarro en el medioambiente descubrimos que el problema era gigantesco. No podíamos creer que al año, en todo el mundo, se desecharan 5,6 billones de colillas en las calles y en la naturaleza, y que la mayoría de la gente no estuviera consiente de ello. Por eso decidimos dejar de pensar en este residuo como basura”. Así explica Germán Brito su inspiración para formar Imeko, empresa que se constituyó hace poco más de un año con el objetivo de hacerse cargo de la gestión y reciclaje de este nocivo elemento.
Imeko fue fundado en la Quinta Región por un grupo de amigos científicos: la ingeniera comercial, Jennifer Araya y los químico industriales Valery Rodríguez y Germán Brito. Ellos afirman que fue la base científica lo que les hizo buscar soluciones a esta problemática. “Cada uno de estos filtros retiene miles de sustancias tóxicas. Desde metales pesados, arsénico, plomo y cadmio hasta nicotina, alquitrán e hidrocarburos altamente carcinógenos. El problema es que estos contaminantes muy fácilmente pueden ser liberados al medio ambiente, por ejemplo, con un poco de agua. Pero además estas colillas son un problema muy grave porque son de un plástico llamado acetato de celulosa que no es biodegradable. Entonces ¿por qué no ocupar ese residuo?”, se pregunta Brito. Según la OMS son cerca de 10 mil millones los filtros de cigarrillos arrojados a la basura cada día y, como comenta el experto, unos 1,6 billones de toneladas de plástico se podría rescatar para tener otro uso.
En términos generales, la fórmula de Imeko es relativamente sencilla: una vez que las colillas son recolectadas, son sometidas a un proceso químico que permite remover todas las sustancias toxicas para dejar las fibras de acetato de celulosa limpias. Luego esto se transforma en un tipo de plástico para su posterior reciclaje. Actualmente, estos emprendedores se encuentran desarrollando una técnica para convertir este material en gránulos tipo pelet y paralelamente, realizando el registro de marca. “Este sería el primer material en su tipo completamente reciclado a base de colillas de cigarro. Además, en el mundo no existe una máquina para estos efectos”, explica Brito. Para la recolección de las colillas, Imeko implementó con el apoyo económico de Corfo, más de 300 contenedores en lugares públicos, los que se distribuyen en lugares como empresas, municipios y universidades a lo largo de todo Chile. Brito explica que después de varias pruebas de concepto han llegado a la conclusión que a partir de ellas se puede fabricar prácticamente cualquier cosa, desde artículos simples como posavasos y maceteros hasta marcos de lentes, vinilos (discos) o mangos de destornilladores.
Otro material muy abundante hoy día es el plumavit (poliestireno). Los expertos en reciclaje de este material estiman que actualmente, en Chile se descartan al año cerca de 60 toneladas de desechos sólo desde plantas productivas. A eso hay que sumarle una cantidad indeterminada de este producto que se elimina a nivel doméstico y que podría llegar a las 300 toneladas más al año. Estos desechos por lo general terminan en rellenos sanitarios donde ocupan gran volumen y su degradación podría tardar más de 400 años (de paso transformándose en micro plásticos que afectan a animales y seres humanos).
Por eso dos químicas de la Universidad de Chile, Cristina Acuña y Constanza Cifuentes, decidieron hacer algo al respecto y crearon un sistema que hoy permite reciclar el plumavit para convertirlo en pintura la que es utilizada en casas e incluso pasos de cebras y soleras. “Todo partió cuando nos empezamos a percatar que, en el patio de atrás de muchas industrias, como por ejemplo la minera, se acumula gran cantidad de desechos. Pero nadie ve que tras ese derroche de material hay productos químicos muy valiosos y materias primas que se pueden usar para hacer otras cosas. Por eso utilizamos nuestra formación científica para dar nueva vida al plumavit. Porque este material pese al daño ambiental que puede generar si se gestiona mal, tiene muchas propiedades y es eficiente”, dice Cristina Acuña una de las fundadoras de Idea-Tec, la empresa que hoy se dedica al reciclaje de este polímero. Ambas amigas llegaron a trabajar con este material cuando hace unos años, en una reunión de capacitación en un punto limpio en Santiago, se tropezaron con un trozo de poliestireno. “Le pregunte a la persona de ese lugar que qué hacían con este residuo. Me dijo que no servía para nada y que terminaría en un vertedero. No lo podíamos creer”, confiesa Acuña.
Entonces, comenzaron a diseñar una fórmula de gestión de este material que hiciera el proceso de reciclaje más eficiente. Así, idearon transformar el polímero en objetos con valor agregado. Y el resultado fue la transformación del plumavit en pintura. Para transformar esta materia prima en el nuevo producto, Acuña y Cifuentes desarrollaron una máquina especial que en frío derrite el plumavit luego de que este es triturado. El resultado es una resina que sirve de base para la pintura y que es lo que le da la adherencia. Dependiendo del tipo de pintura, en general una tineta (aproximadamente 18 litros) se logran con entre 3 y 5 kilos de plumavit. Hoy Idea-Tec fabrica pintura para pisos y esmalte al agua lavables, a precios competitivos. “Pero lo que más me gusta ofrecer a nuestros clientes es, además de una muy buena pintura, la posibilidad de ser parte de un proceso de economía circular porque este ciclo de reciclaje se cierra realmente cuando las personas compran y utilizan este producto”, asegura Acuña.
Con los aerosoles de aluminio y de hojalata como sprays de uso doméstico, desodorantes, lacas, pinturas o espumas de afeitar, entre otros, el problema es similar: el mito dice que no se pueden reciclar. No obstante, hoy existen emprendimientos que derriban esa suposición. “El dilema es que su diseño no es amigable con el medioambiente. Tienen muchas partes de plástico o goma lo que es muy engorroso de separar. Pero nosotros decidimos hacerlo de todas manera porque estos envases son una realidad de todos los hogares de Chile y el mundo. Es un proceso bastante manual en el que, además, hay que despresurizar el envase antes de abrirlo. Pero cuando se sistematiza el proceso es bastante rápido”. Así explica Gonzalo Carvallo cómo comienza el ciclo de reciclaje de estos productos. Carvallo es uno de los fundadores de Alucyb.
Esta empresa nace el 2017 como un proyecto universitario de Ingeniería Civil Industrial y que hoy se dedica además al reciclaje del aluminio en general y de aceite. Señala que hoy están reciclando y desarmando cerca de 300 latas de aerosoles al mes y que la reacción de la gente ha sido sorprendente. “Eso se demuestra en el sólo hecho de que los contenedores para este tipo de residuos se llenan. Tenemos algunos disponibles en lugares como el Mercado de Reciclaje de Vitacura además de restaurantes, condominios y edificios en distintos puntos de Santiago”, afirma. Se estima que el aluminio es uno de los residuos con mejor valorización en el mundo. Esto se debe a que se puede comercializar a micro escala de manera directa y, además, se puede reciclar infinitas veces sin perder sus propiedades. En Chile las cifras de reciclaje de aluminio giran en torno a las 30.000 toneladas anuales pero que menos del 1% corresponde a aerosoles.
“El aluminio como cualquier recurso natural no renovable extraído de la tierra se va a agotar. Además, su reciclaje es muy importante porque permite ahorrar el 95% de la energía utilizada para la extracción de este material en bruto. Es absolutamente necesario este proceso porque gracias a él podemos seguir fabricando infinidad de productos como marcos de bicicleta, marcos de ventanas, latas de refresco y muchísimos más sin tanto impacto en el medioambiente”