Así funciona la economía circular, una oportunidad para salir de la crisis del COVID-19

Desde los primeros concepto de la Economía Circular, allá por 1990 (con Pierce y Turner), y posteriormente con la Fundación Ellen MacArthur, como principal precursora de esta corriente, la Economía Circular se ha instalado fuertemente en los diferentes ámbitos de la economía. Se trata de implementar una nueva economía, circular, esto es, no lineal, basada en el principio de “cerrar el ciclo de vida” de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía.
Aunque a diferentes niveles aún, lo podemos apreciar desde corrientes y planteamientos productivos, pasando por la distribución y hasta en el consumo, abarcando cuestiones tanto de la microeconomía como de la macroeconomía. La economía circular es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos (agua, energía,…) se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciéndose al máximo la generación de residuos.
Los principios en los que se basa la Economía Circular, según la Fundación Ellen MacArthur son:
- Preservar y mejorar el capital natural; esto es, controlando los stocks y equilibrando los flujos de recursos renovables.
- Optimizar el rendimiento de los recursos, mediante la circulación de los productos, componentes y materiales en uso, a su máxima utilidad en todo momento en ambos ciclos, técnico y biológico.
- Fomentar la eficiencia del sistema mediante la revelación y el descarte de las externalidades negativas como residuos.
La Economía Circular viene a ofrecer una respuesta, antes como decimos incluso de su producción, en el marco de un diseño sostenible, que permita la minimización de los desechos generados, pero potenciando que el sobrante, resultante de la producción, pueda ser reincorporado a la producción como materia prima (o secundaria). Y ahora más que nunca, es donde tenemos la obligación de provocar cambios, incluso en toda la normativa que nos aplica, europea, nacional, para reconocer un mayor valor a esas externalidades (sobrantes) provocadas por el proceso productivo, en términos de subproducto; debemos potenciar su reconocimiento y su uso.
Inmersos en la fatídica situación sanitaria, económica y social que implica la pandemia provocada por el coronavirus COVID-19, ahora más que nunca debemos asegurar unas actitudes positivas hacia el entorno, y no sólo poder hablar de una economía productiva, debemos asegurar y madurar el concepto de economía circular. Los conceptos tradicionales de economía, o economía lineal, donde la relación es directa entre Recursos naturales – Producción – Desechos, chocan frontalmente con los planteamiento y objetivos de la economía circular , rompiendo esa línea, consiguiendo incluir una curva, de forma que los desechos vuelven al nivel de recursos naturales ….”un ciclo sin fin”.
De ahí la importancia en el planteamiento de la Economía Circular tiene el Análisis de Ciclo de vida (ACV) que nos hace analizar nuestro producto / servicio “desde la cuna hasta la tumba”; y en definitiva podemos hablar de unos porcentajes mínimos de desecho que finalmente estamos obligados a gestionar como residuos, todo ello, en el marco de respeto al propio entorno que permite a la economía desarrollarse, mediante el ofrecimiento de sus propios recursos naturales.
La economía circular ha venido cobrando impulso con las empresas y los responsables políticos, al detectarse oportunidades importantes para ambos grupos de partes interesadas. Si hacemos la transición a una economía circular, el impacto se dejará sentir en toda la sociedad.
La Fundación Ellen MacArthur, SUN y McKinsey han llegado a la conclusión de
que adoptando los principios de la economía circular, Europa puede aprovechar la inminente revolución tecnológica para generar un beneficio neto de 1,8 billones de euros de aquí a 2030, es decir, 0,9 billones más que en la actual senda de desarrollo lineal. La economía circular podría generar enormes oportunidades para la renovación, regeneración e innovación industrial.
Similar planteamiento se aprecia desde la Comisión Europea, que desde 2015 adopta un Plan de Acción para acelerar la transición de Europa hacia una Economía Circular, impulsar la competitividad mundial, promover el crecimiento económico sostenible y generar nuevos puestos de trabajo, mediante el establecimiento de hasta 54 medidas para “cerrar el círculo” del ciclo de vida de los productos, de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias.